Opinión: Los trastornos mentales existen en cualquier época histórica y pueden controlar nuestras vidas

Publicado el 29 de diciembre de 2022, 9:10

Imagen: "Cuadro abstracto con tonos naranjas que hable de enfermedades mentales". Fuente: generado por IA.

Son muchas las personas que se han sentido condicionadas por los trastornos mentales que han sufrido a lo largo de sus vidas. Durante la Edad Media, a las personas con enfermedades mentales se la trataba como poseídas, especialmente por parte de la Iglesia; por lo tanto, el tratamiento era la tortura o la hoguera para “liberar el alma”. Y no hace falta remontarnos tan lejos. En la Europa del siglo XIX se desarrollaron numerosos manicomios, donde la tortura era expuesta como cura. Se practicaban locuras como ahogamientos en bañeras y golpes en la espalda “para exiliar al demonio”. Muchos personajes históricos sufrieron diferentes alteraciones mentales. Por ejemplo, según fuentes históricas, el compositor alemán Robert Schumann era esquizofrénico, la actriz Marilyn Monroe sufría depresión, al científico Nikola Tesla le detectaron un TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) de tipo numerológico y a Vincent Van Gogh le confirmaron que padecía epilepsia. Y para demostrar que no es cuestión de épocas ni pasado, actualmente y gracias a sus propias declaraciones, sabemos que la cantante Billie Eilish padece síndrome de Tourette, la joven activista Greta Thunberg tiene asperger y Selena Gómez sufre bipolaridad. Las enfermedades mentales no perdonan a nadie y la clave es aprender a convivir con ellas y no dejar que impidan seguir con una vida normal en caso de que no puedan curarse con tratamiento.

En el momento en que la COVID-19 llegó a nuestras vidas, trajo consigo una intensa crisis de salud mental. Se realizaron estudios para comprobar hasta qué punto la cuarentena y el miedo había afectado a la población. Fueron estudiadas casi 7 000 personas de 59 países diferentes.

 

Un 25,4% de personas sufrió síntomas moderados y graves de depresión y un 19,5 % de ansiedad en la primera ola de la pandemia, según los expertos en psicología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Además, se comprobó que para gran parte de la sociedad la pandemia ha sido un evento traumático, debido a que el porcentaje de síntomas de estrés postraumático ascendía a un 68,5% de los entrevistados. “Aún no podemos determinar cuál es el coste psicológico de esta situación”, explicaron Elisabet Alzueta y Juan Carlos Arango, investigadores de la UAM. Este estudio también investigó sobre la propensión a sufrir ansiedad, fobia social y trastornos depresivos. Como ya ha quedado dicho, no hay edad ni momento predeterminado para vivir condicionado por una enfermedad mental: todo el mundo puede padecer este problema en cualquier momento de su vida. Según el mismo estudio, las características demográficas influyen en la propensión. “Ser una mujer joven, pertenecer a un país de altos ingresos y estar soltera es una combinación de riesgo ante el impacto de la pandemia”, in- formó Elisabet Alzueta. También se resaltó que la edad está generalmente asociada a una mejor regulación emocional porque, a pesar de que son población de riesgo por el COVID-19, las personas mayores no son las más afectadas psicológicamente, mientras que los adolescentes han sido las víctimas de los problemas de autoestima y síntomas de depresión durante la pandemia debido a la inestabilidad emocional que se incrementó con la cuarentena.

La pandemia también ha revelado la insuficiencia de los servicios de salud mental en España que, si ya eran pobres antes de la COVID-19, hoy son raquíticos ante los problemas de la población. “Necesitamos más recursos y adaptaciones del ejercicio de la profesión a formatos a distancia”, aseguraron los consultados. Se requiere una preparación ante la próxima ola, que según afirman muchos médicos, será principalmente mental. “Tenemos que ser innovadores y cambiar la forma de salud mental para llegar a todo”, aseguró Celso Arango, jefe de Psiquiatría del hospital Gregorio Marañón de Madrid. Pero hay que poner de nuestra parte. Como ya se mencionó antes, estos asuntos se pueden controlar, tergiversar e incluso se puede engañar al cerebro. Es elemental vivir sin dejarse condicionar por un trastorno. Los antidepresivos y los tranquilizantes son, sorprendentemente, los medicamentos más vendidos en la actualidad, lo que demuestra que las compañías farmacéuticas se han convertido en unas de las más poderosas a nivel económico. Además, han conseguido aprovechar su influencia para salir ganando: según los psicólogos que han contactado con entidades farmacéuticas, “estar triste por la muerte de un familiar o ser un niño respondón son trastornos mentales que necesitarían medicación y tratamiento”. Y los padres, tan atentos y preocupados, ¿llevarán a sus hijos al médico para que se les recete pastillas contra el mal humor cuando puede ser un simple berrinche? Las farmacias están utilizando cualquier excusa para recetar antidepresivos y quizá ni siquiera están valorando la situación como se debería.

Y en relación con la poca atención que prestamos a los trastornos mentales, tenemos que ser conscientes de que están ahí y de que no solo existe la depresión. La mayor parte de la población tiene un concepto equivocado de casi todas las enfermedades que no sufre personal- mente. La desinformación lleva al individuo a la ignorancia y la ignorancia lo lleva a ser manipulable. La solución, según los investigadores de la UAM, sería abrir la mente, conseguir que los centros educativos expongan una explicación general a todo el mundo en algún momento del itinerario escolar para dar visibilidad y no atribuir belleza a los problemas mentales, porque no se trata de maquillarlos, sino de saber que están presentes, tenerlos en cuenta y actuar con esta información en mente. Las enfermedades mentales más romantizadas por excelencia en esta época millennial son la ansiedad, la bulimia, la anorexia, los ataques de pánico y la bipolaridad. La ansiedad no es bonita, sino una respuesta de anticipación involuntaria del organismo frente a cualquier tipo de estímulo que se considere peligroso para el individuo que la sufre. Y de igual manera, la bulimia y la anorexia son problemas reales que comienzan con pequeños vómitos y alteraciones en una dieta que muchas veces desembocan en la muerte. Se necesita un cambio en la mentalidad de la población mundial, una fuente de información y visibilidad, y se debe ser a partir de ahora mismo.

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