
Chapter 8: Toxic people
Salía de la biblioteca. Mi mochila pesaba por los libros, y mi mente estaba llena de ideas frescas y emocionantes para mi próximo ensayo. El aire otoñal traía consigo el aroma de las hojas caídas y el café de las cafeterías cercanas. Mientras caminaba por la acera, disfrutando del bullicio de la ciudad y repasando mentalmente mis notas, sentí de repente una mirada penetrante sobre mí, como si alguien estuviera taladrando mi espalda con los ojos. Intrigada y un poco inquieta, me giré lentamente, y mi corazón dio un vuelco al encontrarme cara a cara con una antigua compañera de clase que nunca me había caído bien y cuya presencia siempre me había hecho sentir incómoda.
— Oye, hola — dijo ella con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, su voz cargada de un tono condescendiente que me hizo estremecer. — ¿Todavía perdiendo el tiempo con esos libros polvorientos? Deberías estar buscando un trabajo de verdad, algo que realmente te dé un futuro, ¿no crees? Te lo digo como amiga. Solo pienso en tu bien.
Respiré hondo, sintiendo cómo la tensión se acumulaba en mis hombros. No era mi amiga. Era una persona que se dedicaba a descalificar todo lo que hacía el resto. Intenté mantener la calma, recordándome a mí misma que sus palabras no definían mi valor.
— Hola — respondí con toda la sonrisa que pude reunir. — Los libros no son una pérdida de tiempo para mí. Son mi trabajo y mi pasión, el camino que he elegido para mi vida. Si fueras mi amiga lo sabrías.
Se le formó una mueca de desacuerdo. Típico de ella, nunca estaba de acuerdo con nada.
— ¿Pasión? Por favor, Alba, no seas ridícula. Lo digo por tu bien. Eso no te llevará a ninguna parte en el mundo real. Mírame a mí, por ejemplo. Tengo un trabajo importante como economista. Hazme caso, sé de lo que hablo.
Sus palabras eran como agujas afiladas, intentando pinchar y desinflar mi autoestima, buscando los puntos débiles que ella recordaba de nuestros días de escuela. Pero yo ya no era aquella chica insegura y fácil de intimidar que ella recordaba. Los años me habían dado confianza y la certeza de que mi camino, aunque diferente, era valioso.
— Me alegro sinceramente por ti — respondí con una sonrisa serena, mi voz firme y sin rastro de duda. — Es maravilloso que hayas encontrado éxito en tu carrera. Pero, ¿sabes? Cada uno encuentra su camino en la vida, y el mío está en los libros y el conocimiento que comparto con otros.
— Pero intenta escucharme — insistió ella, su tono volviéndose más agresivo, como si mi falta de reacción negativa la estuviera frustrando. Sus ojos brillaban con una mezcla de desprecio y algo que parecía casi envidia. — Estás desperdiciando tu vida en un mundo de fantasía. Nadie lee libros hoy en día. ¿Por qué quieres dedicar tanto tiempo a escribir algo que nadie va a leer? Intento ayudarte.
Sentí que una sonrisa confiada se dibujaba en mis labios mientras la miraba directamente a los ojos.
— ¿Sabes, “amiga”? Es fascinante que alguien tan 'exitosa' como tú tenga tiempo para preocuparse por cómo vivo mi vida. ¿No deberías estar demasiado ocupada con tu trabajo importante como para molestarte en criticar a los demás?
La sonrisa arrogante de ella vaciló por un momento, claramente sorprendida por mi respuesta firme.
— Además — continué, mi voz calmada pero firme, — mientras tú te jactas de tus posesiones materiales, yo estoy construyendo un legado de conocimiento y ayudando a otros a crecer. ¿Quién sabe? Quizás algún día leas uno de mis libros y aprendas algo sobre empatía y respeto.
Sin esperar su respuesta, me di la vuelta y comencé a caminar, con la cabeza en alto y una sensación de triunfo en el pecho. Pude escucharla balbucear algo detrás de mí, pero sus palabras se perdieron en el bullicio de la calle. No me molesté en mirar atrás; ella ya no merecía ni un segundo más de mi atención.
Mientras me alejaba, sentí una oleada de orgullo. Había enfrentado a una vieja acosadora con gracia y dignidad, sin caer en su juego de mezquindad. Con cada paso que daba, me sentía más fuerte y segura de mi camino en la vida.
Añadir comentario
Comentarios